La figura del Delegado de Protección de Datos (DPO) y del Compliance Officer se consolidan como roles cruciales en un mundo empresarial en constante evolución y crecientemente regulado,

Aunque muchas empresas pueden pensar que estas dos figuras desempeñan funciones similares, sus responsabilidades y competencias son distintas y, en muchos casos, complementarias.

Funciones y competencias

El Compliance Officer se encarga de garantizar que una empresa opere de acuerdo a las leyes y regulaciones vigentes. Su labor engloba no solo el conocimiento profundo de la normativa, sino también la creación y gestión de programas de cumplimiento que minimicen el riesgo legal y de reputación para la entidad. 

Por su parte, el DPO es esencial para asegurar que los datos personales que maneja la empresa sean tratados de acuerdo con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y otras normativas locales relacionadas, como es el caso de España con la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD).

La importancia de un Compliance Officer no es meramente formal. Las empresas que cuentan con un plan de cumplimiento normativo adecuado pueden estar exentas de responsabilidad penal, siempre y cuando demuestren que su modelo de prevención es eficaz. 

En contraposición, aunque el DPO tiene una labor consultiva y de asesoría, su existencia no exime per se a la entidad de posibles sanciones por parte de organismos como la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).

Coordinación entre roles

Ambos roles, aunque con funciones y responsabilidades distintas, deben trabajar de la mano en áreas donde sus competencias convergen. Un claro ejemplo es la gestión de canales internos de denuncias donde se debe garantizar la privacidad tanto del denunciante, que podría estar en la figura de un whistleblower, como del denunciado.

Esta coordinación es esencial, especialmente cuando hablamos de delitos de descubrimiento y revelación de secretos y otros que podrían atribuir responsabilidad jurídica a la empresa.

Hacia una cultura de compliance y protección de datos

La existencia de un Compliance Officer y un DPO, aunque esenciales, no son garantía absoluta de un comportamiento corporativo íntegro. Deben estar respaldados por políticas claras, una formación adecuada para todos los empleados y un compromiso firme de la dirección de la empresa hacia la política de responsabilidad social corporativa.

Conclusión

Al final del día, contar con estas figuras y políticas es esencial, pero más importante aún es que la empresa las interiorice y las implemente con convicción y seriedad. Solo así, las organizaciones estarán preparadas para afrontar los retos del mundo actual y futuro en términos de cumplimiento y protección de datos.

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